Darkness.... (Priv. Sandor )

Un gran diluvio comenzaba a caer, todo se inundaba, no podía pensar en otra cosa que en los pobres de la aldea. Esa vez se me olvidó proteger sus cosechas, posiblemente se habrán inundado.

La consciencia me anulaba los sentidos, no podía pensar en otra cosa. Pero ya era tarde. No podía hacer nada por ellos, ni por nosotros. De pronto, sentí como alguien entraba en el bosque. Me di cuenta gracias a las sombras que envolvían el bosque completamente - Un intruso - Pensé. Sabía su posición exacta, podía oir y ver lo que le sucedía. Dejé a Masaru a cargo del campamento en ese momento. Me resultaaba familiar ese rostro.

Estaba caminando por el bosque tranquilamente, habían pasado 15 minutos tras mi breve marcha del campamento. No sentía ningún peligro en el, por lo que no me preocupaba. Masaru tampoco tendría que preocupar.

Después de otros 15 minutos, llegué a donde estaba aquella mujer. La pude distinguir su sexo gracias a sus ropajes, propio de las mujeres en aquella época, y de su tono bucal. Me encontraba escondido en unos arbustos, invisible, aunque alguien que tuviese poderes mágicos me encontraría casi sin lugar a dudas.

Esperé a que esa mujer avanzara. No pensaba hacer nada, pero podría darnos algo de información sobre otras zonas.

Sabía perfectamente que se había percatado de mi presencia, lo que no me sorprendió, aunque seguí escondido, para disimular que no me di cuenta. Comenzó a andar, con sus ligeros ropajes suavemente abrigándoles. Eso me llamó la atención. Podría ser que, con la lluvia cayendoy metida dentro del bosque, mojado completamente por el agua, estuviera helada.

Al apollarse en un árbol, muy relajadamente, me miro, casi inaudiblemente. Lo supe gracias a las sombras que envolvían el bosque. Oí también lo que dijo, lo que no me sorprendió tampoco. Estaba muy mal visto lo que yo hacía en ese momento, por la sociedad actual. Desde luego, no me gustaba nada hacer lo que yo hacía, pero era necesario. Alcé un poco la boca, creando una pequeña sonrisa. Desde luego, me gustaba el carácter de esa mujer, disgustada al igual que yo del machismo reinante en aquel entonces.

De pronto, con la espada aun en su funda, unas sombras que destacaban incluso en el interior del bosque, fueron lenta e invisiblemente (esto es, escondidas de forma que no se veían). Fueron tras el árbol donde se escondía. Subieron por la parte contraria a donde ella estaba. Por su espalda, le agarraron, de forma que sin hacer fuerza no se apreciaba, pero intentando escapar, se notaría la atadura. Se movieron inteligentemente por sus brazos, sus piernas, su torso, e incluso le rodeó la frente. Salí de mi escondite.

Me dirijía hacia ella, muy despacio, no tenía intención de nada. Estaba seguro de que ya mismo reconocería mi silueta, como ya lo había hecho yo cn ella. Era la chica que intenté defender en aquella taberna.

Cerca de ella, dije, de forma tranquilizadora - No tengas miedo, no tengo intención de hacerte daño, pero como comprenderás no puedo esperar lo mismo de ti, por lo que era necesario tomar medidas preventivas. Lo único que quiero que me digas es noticias del exterior. Hace tiempo que no salgo... - Me quedé un minuto callado, pensando en la pobre aldea, que posiblemente se habría inundado - Seguramente habrás pasado por una aldea, cerca de aquí ¿Cómo están, les ha pasado algo? Son aldeanos inocentes, no quiero que corran peligro ¿Sabes algo de ellos? - Pregunté impaciente.

Cuando me calmé algo, comencé a darme cuenta de su belleza. Era hermosa. Me volví a dar cuenta de sus empapados ropajes. Era imposible que no pasase frio. Me olvidé en ese momento de la aldea y me perdí en sus ojos. Entré en un mundo distinto, en un mundo donde nunca antes había entrado. Sentía placer, pero lo desconocía. Sentía miedo al mismo tiempo. Acerqué lentamente mi cara a la suya, cuando de pronto desperté de esa especie de sueño - ¿Cómo? - Pensé - Nunca antes había sentido esto... Diría que... Me ha gustado - Preocupado por esta cosa desconocida.

Me preocupé de rodearla de un manto oscuro, para que no pasase frío, dándole forma de ropa - Quizá así no lo vuelva a conseguir - Pensé - Espero que esto te ayude a mantener tu temperatura, hace mucho frío en este bosque - Dije - Si quieres, podríamos ir a un claro, cerca de aquí - Dije, sin soltarla aun de mis precauciones de sombras, inmovilizándola casi completamente, esperándo una respuesta.

Me agradeció mi acto, aunque no vi mucha diferencia en su rostro ¿Sería que esa mujer misteriosa, cuya cara ya había visto antes, no sentía frio por la lluvia? No me importaba, hacía ya tiempo, comencé a entrenarme para conseguir soportar fácilmente el frio y el calor, aun no he terminado ese entrenamiento ¿Habría hecho aquella persona, cuya presencia, sin saber porque me atraía? No lo sé. Solo acordé de decirle una cosa.

Mientras mis sombras le iban soltando, pero aun sin guardar la espada, ya que no me fiaba totalmente de aquella mujer, me presenté - Perdonadme, se me olvidó, mi nombre es Sandor, no se si habrá oído hablar de mi, aunque prefiero que no lo haya hecho, es por eso que no diré mi puesto - Se iba separando poco a poco del árbol, se sentía más libre sin aquellas sombras a su alrededor. Me alegraba.

Mientras comenzamos a caminar por el frio y húmedo bosque, le diría a donde hiríamos - Disculpe señorita, no puedo llevarla donde yo vivo, ya que desvelaría muchos secretos que aun quiero que sigan ocultos, sin embargo, no permitiré que se siga mojando, le llevaré hasta un edificio que comencé a construir hace poco. Aun no está terminado, pero la planta baja es lo suficientemente resistente como para poder vivir en ella - Aun no había guardado la espada, mejor que se quedase en mi mano, podría necesitarla.

Cuando al fin llegamos al edificio, entramos sin mayor dilación. Era un árbol milenario, muy grande, hueco por dentro. Estaba oculto en el bosque y era imposible localizarlo a simple vista. Por dentro, estaba aun en obras, pero la planta inferior era avitable - Espero que se pueda acomodar a ella - Dije, mientras me sentaba en una roca plana que haabía en el suelo - Busque asiento, estoy seguro de que por aquí tiene que haber más - De pronto, me miró, sentí lo mismo que la otra vez, pero ahora no quise tener eso, que me recorría todo el cuerpo. No quise seguir con ese sentimiento de horror, tristeza, atadura... placer. Quise apartar mi vista de la suya.

Si quisieras algo de beber, solo dímelo, iré enseguida - Dije, intentando evadir mis pensamientos, que me obligaban a estar con ella mientras pudiese.